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Listo el primer ovillo

Proyectos 17 de Septiembre de 2015

Listo el primer ovillo

En el marco de la investigación “Nuevas tendencias de participación y comunicación en las Escuelas 2.0”, Graciela Caldeiro viajó a Bariloche, Río Negro, y nos regala una crónica de su experiencia.

El proyecto se propone indagar, desde la perspectiva de los estudiantes, cómo se ha visto modificada la relación entre pares y la relación pedagógica en las escuelas secundarias a partir de la incorporación de las computadoras provenientes del Programa Conectar Igualdad. Los equipos de investigadores, bajo la dirección de Silvina Casablancas, están trabajando con el estudio de casos situados en escuelas secundarias públicas de diferentes provincias de Argentina.

Los invitamos a conocer más acerca de la investigación en este sitio, y a sumergirse en el relato de Graciela sobre la experiencia en la Escuela CEM N° 46 que recibió al equipo con generosidad. ¡Muchas gracias por abrir sus puertas!


Nuevas tendencias en el escenario de un “fondo de pantalla” por Graciela Caldeiro.

El inicio del trabajo de campo es una puerta que se abre, un punto de inflexión en el proceso de investigación en el que se construyen las primeras respuestas… y también esas nuevas preguntas que irán configurando los pasos a seguir. Creo que nada genera tanta ansiedad y emoción para el investigador que ese momento: ¿cómo será el escenario de los encuentros? ¿Qué voces, qué miradas nos recibirán? ¿Qué imprevistos nos acechan? ¿Qué otras ideas comenzaremos a considerar?

Y así, con ese espíritu de sana duda y cauteloso repaso de las tareas por llevar adelante, en mi orgulloso rol de coordinadora del equipo patagónico del proyecto de investigación “Nuevas Tendencias”, partí rumbo a la cordillera austral, a la mítica y encantadora ciudad de Bariloche. No tendría mucho tiempo para el desembarco ya que en la sala de profesores de la escuela nos esperaban antes del medio día para realizar las primeras entrevistas, por lo tanto, volando todavía más en el taxi que en el avión, partí a un apresurado encuentro con Graciela “Teté” Manzur, nuestra asistente territorial en la provincia de Río Negro. Nos reunimos en la mismísima puerta de la escuela, que me sorprendió gratamente con su fachada de troncos, su entorno lacustre y su serena bienvenida.

La llegada a la escuela fue, como les contaba, sin escalas. Antes siquiera de ver un pico nevado (la ciudad de Bariloche estaba nubladísima) Teté y yo estábamos recorriendo aulas y pasillos frente a nuestro primer desafío en campo. Tras las presentaciones de rigor, realizamos las primeras entrevistas en profundidad. Nos encontramos con miradas amables y sinceras. Con apasionado compromiso docente. Con renovado entusiasmo y esfuerzo. Fue una entrada triunfal en el trabajo de campo.

Dedicamos la tarde a conversar sobre todo aquello que no habíamos tenido tiempo por zambullirnos abruptamente en las entrevistas. Publicamos presumidas fotos a Twitter e Instagram para documentar el momento: “¡qué buen fondo de pantalla!”, replicó alguien entre mis seguidores en las redes. Y por cierto, el comentario no podía ser más descriptivo, casi no lo podíamos creerlo. Finalmente habíamos dado el salto del espacio digital al mundo de físico y territorial. Y allí estábamos, avanzando juntas. Nos entusiasmamos de cara a la jornada intensa que tendríamos al día siguiente por lo que nos dispusimos a organizarlo todo para la transitar con éxito la segunda parte del trabajo pautado.

Durante la mañana del miércoles comenzó a salir el sol. Caminé por la calle del lago y recorrí la zona de la escuela. Todo parecía más hermoso aún. Bariloche es, sin dudas, de una belleza escandalosa. La naturaleza todavía en estado salvaje subsiste pese al crecimiento poblacional y define su espíritu emblemático. Todo eso puede respirarse nítidamente entre las aguas cristalinas, la nieve de las cumbres y la playa de cantos rodados. Y también en el orgullo de sus habitantes. Mientras esperaba a Teté, el carismático portero de la escuela, que barría algunas hojas en la entrada mientras recibía a los chicos que llegaban un poco más tarde, me explicaba que no había lugar más lindo que Bariloche. Intuí que no exageraba demasiado mientras me distraía pensando que los estudiantes que egresan del secundario en todo el país sueñan su viaje de fin de curso a Bariloche… pero estos chicos, los que  iríamos a entrevistar en breve, pasaban allí toda su escolaridad, toda su vida. Calculé que desde algunas ventanas de la escuela se veía con claridad el Nahuel Huapi, como ese perfecto “fondo de pantalla” que ayer reconocían los seguidores de mi cuenta en Twitter.

Mis reflexiones se interrumpieron en seguida, pronto estábamos otra vez dentro de la escuela para realizar la segunda parte de las entrevistas. El encuentro con los alumnos fue realmente interesante. Fue tan enriquecedor conocerlos, tan gratificante descubrir cómo confiaron y nos contaron sobre ellos, sus preocupaciones, su intereses, su manera de ver el mundo a través de la tecnología.

Nos despedimos del trabajo de campo con nuevas ideas, preguntas… quizá la revisión de algunas hipótesis. Un rompecabezas que comenzaba a armarse y a desarmarse también. Al salir de la escuela un cielo ciento por ciento despejado nos invitó a pasear mientras comenzábamos a procesar nuestras impresiones sobre todo lo vivido. La tarde se fue tan pronto como había llegado.

Ahora, ya anocheció. Estoy en el avión, regresando a casa y escribo estas líneas con cierta nostalgia. Las ideas fluyen, caóticas, todavía invadidas por las emociones, por el calor del encuentro. Pero ya comienzan a cruzarse las dimensiones de análisis. Está listo este primer ovillo. Hora de comenzar a tejer.
 

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